viernes, 4 de marzo de 2011

A LOS 63 AÑOS DE EDAD

Hoy sería difícil llamar ancianas a las personas que tienen 63 años, pero en otros tiempos la vida era mucho más corta. Cuarenta años era una edad normal para morir. Aulo Gelio nos cuenta en sus Noches áticas qué les ocurre a aquellas personas que, longevas ya, logran superar incluso estos 63 años de edad, que parecen ser todavía hoy una edad crítica. Como venimos diciendo, la vejez aparece aquí considerada como un peligroso “escalón”, que es la manera en que podría definirse el llamado período climatérico, relacionado con los momentos críticos de la vida. Personas muy queridas y cercanas a mí no han logrado superar esta fatídica franja. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO. HLGE

"Se ha observado que entre los ancianos que están a punto de cumplir sesenta y tres años esta edad viene marcada por penalidades, la muerte o algún tipo de desastre; y aquí también, relativo al mismo asunto, se añade el testimonio de una carta del divino Augusto a su hijo Gayo (15, 7)

Se ha observado y comprobado gracias al testimonio de muchos ancianos que a la mayoría de ellos les llega su sexagésimo tercer año de vida con peligro y alguna desgracia, como una grave enfermedad, la muerte o un mal anímico. Por ello, los que se preocupan por el estudio de estas cosas y los términos que las designan denominan a esta edad “climatérica”.
La noche anterior, mientras estaba leyendo un libro de cartas del divino Augusto, dirigidas a su nieto y luego hijo adoptivo Gayo, y me dejaba llevar, asimismo, por la elegancia de un discurso en absoluto moroso o afectado, sino, por Hércules, fácil y simple, esto mismo fue lo que encontramos acerca del año en cuestión dentro de cierta carta; he aquí el texto:

Saludos, mi querido Gayo, mi asnillo gratísimo, a quien echo de menos, a fe mía, cuando estás ausente. Y, especialmente, durante días especiales como el de hoy mis ojos buscan a mi Gayo, a quien, donde quiera que hayas estado este día, confío en que feliz y sano te hayas acordado de mi sexagésimo cuarto aniversario. Pues, como puedes ver, he logrado superar los sesenta y tres años, esa edad crítica para el común de los viejos que se llama climaterio. Ruego a los dioses que a mí, en lo que me quede de vida, me sea posible vivirlo con salud en la más absoluta prosperidad del Estado, y siendo vosotros, mis sucesores, personas de bien preparadas para asumir el relevo."
FRANCISCO GARCÍA JURADO

jueves, 3 de marzo de 2011

DECIR "LITERATURA" IMPLICA "HISTORIA"

La lectura de viejos libros de actas, como los dedicados a las reuniones de las antiguas academias del siglo XVIII, depara algunos momentos inolvidables. La rutina de las fechas y sus reuniones nos permite mirar a veces, como tras el ojo de una cerradura, una pequeña vida cotidiana que está muy lejos de los grandes acontecimientos. De los pequeños detalles que nos deparan tales lecturas recuerdo especialmente unas actas redactadas precisamente el día 3 de mayo de 1808. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE

Hoy día hemos convertido lo que entonces pudo ocurrir en Madrid en materia histórica, en puro acontecimiento. Los cuadros de Goya han grabado en nuestra retina esos momentos, y la historiografía oficial nos ha contado que el pueblo de Madrid se alzó en armas contra los invasores franceses. Aquellos sucesos se han vuelto hoy materia legendaria, y nos cuesta imaginar que las personas que poblaron aquellos escenarios fueron también de carne y hueso. De carne y hueso eran los preceptores de latinidad que se reunieron al día siguiente en casa de uno de ellos para celebrar, como de costumbre, su reunión académica. Podría pensarse que allí aparecería alguna referencia a lo ocurrido tan sólo unas horas antes. No en vano estamos ante testigos casi directos. Lo curioso es que no hay ni una sola referencia a lo acontecido. Al cabo del tiempo, y tras meditar sobre ello, he llegado a la conclusión de que quizá no sea tan curioso, pues, en definitiva, no somos capaces más que de relatar aquello que creemos comprender. Para estos preceptores de latín, no en vano personas de un siglo anterior, aquel levantamiento no fue otra cosa que un hecho levantisco. Aquellos hombres, cuyos predecesores crearon una academia en 1755 tratando de subirse a la nuevas modas ilustradas (sin comprenderlas), no sentirían lo ocurrido como un hecho heroico. El pueblo de Madrid todavía no había ocupado oficialmente ese lugar en la historia, concedido sobre todo por los nuevos ideales románticos que penetrarían débilmente en España hacia 1820. Aquellos “ilustrados menores”, o “ilustrados de a pie” que eran algunos de estos académicos no podían entender que el populacho se convirtiera en “pueblo”. Por esta misma razón tampoco podrían entender aquellos componentes de la Real Academia Latina Matritense lo que terminaría siendo la nueva historia de las literaturas nacionales, legítima voz de sus respectivos pueblos, frente a la universalidad de la poética. La incorporación de nuevos paradigmas a la historia de la enseñanza suele ser larga y a menudo compleja. Resulta de gran ayuda, cuando no imprescindible, que haya un poder político decidido a introducir y legitimar las nuevas materias . La enseñanza de la literatura ha venido siendo desde la Antigüedad hasta bien entrado el siglo XIX un dominio propio de la Poética y la Retórica. Sin embargo, a lo largo de ese siglo observamos cómo a tales materias les va saliendo un curioso competidor, el de la Historia de las literaturas nacionales. Mientras las dos primeras materias tratan de explicar la literatura desde una perspectiva atemporal y normativa, la tercera, no en vano heredera del pensamiento ilustrado, hace hincapié en el cambio, en el devenir de los hechos. No tenemos, por lo demás, formulaciones tales como “Poética griega”, “latina” o “española” , pero sí hablamos de literaturas nacionales con gentilicio. Un formulación como “Literatura española” es resultado de una construcción moderna, marcadamente romántica, que es, precisamente, cuando se desarrollan desde el punto de vista metodológico las modernas historias literarias nacionales. No se trata, en todo caso, como bien señala José Carlos Mainer, de un sintagma que designe sustancias naturales . Decir “Literatura española” implica historia. FRANCISCO GARCÍA JURADO