sábado, 2 de mayo de 2009

LATINOS Y GRIEGOS, COMPAÑEROS DE VIAJE DE JOAN PERUCHO. PRIMERA PARTE

Voy a ofrecer en este blog y los siguientes la transcripción de la entrevista que tuvimos la inmensa fortuna de hacer a Joan Perucho en casa del mismo autor hace ya bastantes años, el mes de junio de 1997. Isabel Velázquez y yo mismo hicimos el viaje hasta Barcelona, donde habíamos concertado vernos con Joan Perucho y su mujer María Luisa. Para que esto fuera posible tuvo mucho que ver el entonces director de la Academia de Bones Lletres de Barcelona, el profesor y prehistoriador Eudald Ripoll Perelló. Fue Isabel Velázquez la que puso en orden las notas y se animó a publicar una parte de la entrevista en el Boletín Informativo de la Sociedad de Estudios Latinos (número 10, julio de 1998, pp. 48-53). Hoy conservamos, además de los libros que el mismo autor nos regaló, el indeleble recuerdo de aquella velada con uno de nuestros grandes escritores.

Leer a Joan Perucho no puede dejar indiferente. Es un autor especial que lleva más de cinco décadas escribiendo, casi siempre al margen de las modas y tendencias literarias, y siempre fiel a su pasión personal por la literatura. Un autor que sumerge al lector en el mundo de la fantasía y de la aventura, con una línea difusa entre la realidad y la ficción en cada uno de sus personajes. Junto a nombres y datos de un rigor históricos incuestionable, relata episodios verosímiles o, por el contrario, extraordinarios, misteriosos, donde resulta casi imposible saber cuáles son los límites de su personalísima imaginación. Perucho no concibe la gran literatura sin misterio, es ése un componente fundamental, pero, como él miso afirma, "el más grande misterio es la vida, de la cual nosotros formamos parte", frase que leyó en los Caprichos de Azorín y que le ha acompañado durante toda su vida. Escribe indistintamente en castellano y en catalán, con igual maestría y sugestión; escribe poesía y prosa con la misma sensibilidad y sencillez deliciosas; escribe relatos breves y cuentos, noticias fantásticas, referencias culturales y eruditas escuetas, casi noticias; reescribe espisodios literarios de otros autores y los recrea o se limita a introducirlos en su propio texto, formando un todo con él; escribe sobre cocina y, siempre, siempre, sobre obras del pasado, literarias, históricas, raras y curiosas, aportando numerosas veces datos bibliográficos e informaciones de auténtico bibliófilo. Pero su obra es inclasificable.

El lector de Perucho se convierte en su cómplice, navega con él por esas referencias culturales y eruditas, procedentes de su inmensa biblioteca que, como el propio autor señala, conforma sus escritos.

En ese inmenso mundo particular, la cultura grecolatina ocupa un lugar muy especial; Perucho transmite la admiración que siente por ella, la considera la base de nuestra cultura, la edad de oro que alcanzó una perfección insuperable.

El estudio de la recepción de ese mundo en su obra es la causa que nos llevó a hacer una entrevista al autor, para incorporarla a un trabajo que sobre ella estamos realizando. Por eso, un día del mes de junio de 1997 fuimos a visitarlo a su casa de Barcelona. La entrevista se convirtió en unas horas inolvidables que pasamos junto a Joan Perucho y a su esposa, María Luisa. Algunas de las cuestiones que abordó entraban de lleno en el aspecto que aquí más nos interesa destacar, la vision que del mundo clásico tiene el autor y la utilización que de la tradición clásica hace en sus obras. Por eso extractamos aquí algunas de las respuestas que Perucho nos dio, entresacadas de la larguísima e ininterrumpida conversación. Aunque sin el orden natural en que se produjeron, pueden servir de reflejo de su pensamiento y de cómo es esa valoración de la cultura grecolatina que el autor hace. (continuará)


Francisco García Jurado e Isabel Velázquez Soriano

lunes, 27 de abril de 2009

LA CUESTA DE MOYANO: REALIDAD Y RECUERDO


Soy consciente de que al escribir estas líneas dedicadas a la Cuesta de Moyano, a sus casetas grises junto al Jardín Botánico, escribo sobre un tema manido al tiempo que inacabable. Siempre me gustó, y a través de estas casetas quise adivinar París junto al Sena. Luego vi que la comparación sólo podía ser aparente, pues cada lugar tiene su leyenda y su realidad, y quizá las casetas de la Cuesta de Claudio Moyano sigan siendo más fieles a su orígen que las parisinas, ahora tan turísticas. Allí encontré libros que cambiaron mi vida, y también pasé momentos agridulces. Violenta fue una tarde calurosa de agosto, cuando presencié cómo un librero gritaba a unos turistas anglosajones porque no le entendían, y yo me quedé pasmado sin saber qué hacer ante tal circunstancia. También me he sentido a disgusto ante el insulto de "sobón" que una librera dispensa mecánicamente a los visitantes, ocasionales o no. Antes iba con frecuencia, ahora tengo menos tiempo y, además, mi compra de libros antiguos ha ido cambiando gracias a las compras sistemáticas por medio de internet. Es verdad que han perdido algo del encanto que tenía el encuentro casual, pero la biblioteca de manuales de literatura grecolatina no habría llegado a tener lugar si no fuera por las compras sistemáticas, atenidas a la confección de una bibliografía previa, pacientemente trazada. Pero el otro día volví, más bien, pasé de largo, aprovechando una visita al Museo del Prado. Allí siguen, tentadores, los libros antiguos, y descubrí, no sin sorpresa, a la vieja librera que mecánicamente sigue llamando a sus potenciales clientes "sobones". La escuché esta vez sin disgusto alguno, como quien reconoce un viejo olor, cuánta continuidad dispensan a la vida las imperfecciones del mundo.


FRANCISCO GARCÍA JURADO

H.L.G.E.